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SVD Voices: Ian Soler Bradley

 

Fiambre fue la pieza con la que conocimos a Ian. La tarde en que bajamos a la galería Aula 46, después de visitar su exposición «TRES ESPAIS, UNA PEÇA, UNA OBRA» y hacer inmersión en la atmósfera visual y en la repetición de frecuencias de la creación sonora, quisimos que fuera la voz que ocupara nuestro espacio.

 

Hablamos de su tejido artístico, inspiraciones terrenales, su pintura y el sonido.

 

Cuéntanos un poco sobre ti

¡Hola! Me llamo Ian Soler Bradley tengo 23 años y vivo y trabajo en La Floresta, Barcelona. Actualmente, estoy trabajando en un colegio como soporte y terminando mis estudios en Filosofía. Y me gusta pasar la mayoría de mi tiempo trabajando en mi estudio.

 

En tu obra, ¿qué es la música para tu pintura?

La música es un elemento fundamental para mi pintura, está relacionada de manera muy estrecha en muchos aspectos, llegando a establecer una reciprocidad y dependencia enorme, se podría decir que es una relación casi simbiótica. Prueba de ello fue la instalación de la última exposición junto a mi compañero Elías Fabré (Ellian) en Aula 46, donde música y pintura, sonido e imagen trabajaron de la mano para crear una experiencia sensible de manera holística.

La música, entendiéndola esta como una disposición de sonidos ordenados de una manera determinada, me transporta a un interés de este concepto de sonido, y desde hace ya un tiempo mi interés ha pasado a ser algo más relativo al sonido y el paralelismo que se puede establecer entre el sonido y los elementos básicos del dibujo y de la pintura: el punto, la línea, el plano de color, el espacio…

La combinación de estos elementos o parámetros configuran las composiciones, las transforman en algo rítmico. El ritmo es algo también fundamental en una composición plástica, ya sea en una sola pieza o entendiendo un conjunto de estas en un espacio: cómo se crea un diálogo entre las diferentes piezas y el espacio. La sinergia que pueden generar unas piezas dispuestas de la manera correcta en un espacio puede tener mucha relación con el ritmo musical y, al igual en la pintura, no solo en su cualidad de pieza única, sino en su disposición, bien sea en un álbum, en una sesión, un live, etc.

 

Si no recuerdo mal, Derrick May (uno de los padres de la música electrónica de club) comentaba que para él resultaba mucho más interesante el sonido repetitivo de las máquinas de las fábricas dónde él trabajaba en Detroit que no la compleja música Jazz que heredó de sus padres. A mí me pasa algo parecido con la pintura, muchas veces me interesan más elementos simples y cotidianos que no composiciones de grandes maestros -sin quitarles la importancia que estas deben tener-. Elementos como pueden ser paredes rasgadas, señales de tráfico medio borradas, muros con capas de pintura irregulares, suelos con patrones interesantes, adoquines, reflejos de la pintura en los coches, obras inacabadas, paneles de anuncios que generan collages interesantes, entre tantas otras cosas.

Aparte de esta relación que, quizás, tiene algo que ver más con la abstracción del sonido y de la semejanza de este con mi búsqueda visual o plástica, hay nexos en entre estos medios que son más evidentes y que no requieren de una conceptualización. Por ejemplo, uno fundamental es que normalmente trabajo con música y eso debe estar claramente representado en mi trabajo. Otro igual o más importante es que mi padre, la persona que me ha abierto el mundo de la sensibilidad y la apreciación, era un buen pianista y teórico musical.

Desde muy pequeño recibí grandes caudales de información, referencias y pautas, con las que me he peleado sin cesar, pero que al final he crecido en torno a ellas. Bach era una institución en casa, las audiciones eran algo obligatorio, así como grandes músicos de free Jazz que eran venerados en nuestro entorno, como Archie Shepp, Ornette Coleman… De hecho, yo pasé parte de los primeros años de mi vida en un bar que llevaba mi padre llamado Be-Bop, donde se celebraban maravillosas jam sessions donde a partir de cierta hora las vajillas empezaban a volar y estrellarse por doquier.

Pero mi padre nunca fue un nostálgico o una persona cerrada de miras a nivel musical, más bien lo contrario, él estaba completamente comprometido con la evolución del sonido hacia nuevas fronteras y de ahí su involucración e interés hacia la música electroacústica y las búsquedas del sonido abstracto. Stockhausen, Xenakis, Ligetti, Boulez, Cage… Debo agradecerle ese ímpetu y esa sed de búsqueda que me ha sabido transmitir. De hecho, los textos y composiciones de los anteriormente mencionados han sido los más influyentes para mí, textos donde se hablaba de sonido. Asimismo, por lo general me he entendido más con gente que trabaja el sonido: mi amigo Ignasi (Kip Clerk); mi padre, Elías…


 

¿De dónde surge “Fiambre”? ¿”Jamón Jamón”?

Un fiambre es un trazo fruto de un movimiento, como puede ser una huella de un paseante que camina, que ya ha pasado de largo, pero su paso queda registrado de manera temporal en el suelo. 

Algo parecido pasa con la pintura, donde el resultado final es algo parecido a la escena de un crimen, ha habido una serie de sucesos -trazos, tachones, correcciones…- pero la única prueba son los elementos que han quedado sobre la tela, que es el cadáver de estos, el rastro, el fiambre. Cuando se arranca una flor para poder observar y poseer su belleza, esta está en su punto álgido de esplendor, a partir de ese momento va a tender a desintegrarse hasta desaparecer. Es belleza en su instante de pre-decadencia. Eso es “Fiambre”.

 

En tu IG hemos visto posts sobre la inspiración detrás de alguna pieza. ¿Tu obra nace de lo tangible, de lo palpable, más que de un concepto en tu mente?

Es una mezcla, hay impresiones inmediatas y otras reflexiones que van dejando detalles de información, como una piedra que se va puliendo lentamente. Bien sea por la alteración causada por mis actos o por la maduración y/o acción del tiempo. Luego hay algunos temas de mucha importancia en mi obra, como la música, el club, el baile, el Barça, el bosque, la repetición, el gesto, el amor, el sexo… son temas que me gusta analizar y dar vueltas. Me gusta pasar muchas horas en mi estudio, solo trabajo fuera de este para pintar paisaje, que también es un elemento fundamental en mi pintura, ya que me ayuda a estudiar la luz y los colores. 

Me cuesta hacer residencias, partir desde cero en un espacio ajeno. Tengo preferencia por estar en mi estudio rodeado de mis piezas, viendo mi propio color, en ese sentido mi trabajo trata de alimentarse mucho de sí mismo: estudiar mi propia obra y hacer variaciones o combinaciones de ideas y momentos simples que hay en las obras de mi estudio. Es algo parecido a “samplear” y reorganizar tu propia obra, coger elementos… Se podría decir que mi obra trata de ser muy endogámica, supongo que por eso cada vez los cuadros son más feos y estúpidos. 

No soy un gran consumidor de pintura ni de arte, trato de ver aquello que me interesa o el trabajo de mis compañeros. Aun así, tengo mucho interés en artistas de diferentes disciplinas como Baggio, Zidane, Riquelme, Maradona, Cruyff…

¿Nos explicas algo de lo que estás haciendo ahora?

Hoy por hoy estoy haciendo una auto-residencia de dos meses en mi estudio, trabajando a tiempo completo. Produciendo y puliendo conceptos para poder afrontar las próximas exposiciones que acechan para este próximo curso, que irán siendo enunciadas cuando sea el momento adecuado. 

Sigo en una senda parecida a la expuesta en Aula 46, pero buscando una línea más cuidada y depurada, tratando de dar un pasito más, darle una vuelta a la idea de pintura. Tratando de, en la medida de lo posible, generar un lenguaje pictórico sólido y que sea fiel a mi mismo, desmarcándome de las tendencias en mi entorno. Generar identidad y esforzarme a dar una vueltita de tuerca. Todos estos avances requieren de tiempo y trabajo, más aún después de un proyecto ambicioso como fue la exposición. 

La vuelta al ruedo y a sacar contenido con el que estar satisfecho no ha sido fácil. Volverme a sentir cómodo y notar que estaba haciendo algo con cara y ojos ha sido un proceso lento, paulatino, pero parece que poco a poco todo va cobrando sentido. Ver el estudio sin mis mejores piezas, no tenerlas alrededor de mí fue algo difícil de gestionar, pero el remedio fue algo positivo. Tuve que documentarme, sacar nuevas ideas y entender esas obras como un rastro de un trabajo que está latente. 

La instalación y el trabajo del espacio y sonido son los aspectos que -mano a mano con Elías- estamos trabajando para poderos ofrecer buenas exposiciones con materia y contenido para emocionar, sensibilizar y compartir.


 

Entrevista de SVD
Fotos: cortesía del artista