Si no recuerdo mal, Derrick May (uno de los padres de la música electrónica de club) comentaba que para él resultaba mucho más interesante el sonido repetitivo de las máquinas de las fábricas dónde él trabajaba en Detroit que no la compleja música Jazz que heredó de sus padres. A mí me pasa algo parecido con la pintura, muchas veces me interesan más elementos simples y cotidianos que no composiciones de grandes maestros -sin quitarles la importancia que estas deben tener-. Elementos como pueden ser paredes rasgadas, señales de tráfico medio borradas, muros con capas de pintura irregulares, suelos con patrones interesantes, adoquines, reflejos de la pintura en los coches, obras inacabadas, paneles de anuncios que generan collages interesantes, entre tantas otras cosas.
Aparte de esta relación que, quizás, tiene algo que ver más con la abstracción del sonido y de la semejanza de este con mi búsqueda visual o plástica, hay nexos en entre estos medios que son más evidentes y que no requieren de una conceptualización. Por ejemplo, uno fundamental es que normalmente trabajo con música y eso debe estar claramente representado en mi trabajo. Otro igual o más importante es que mi padre, la persona que me ha abierto el mundo de la sensibilidad y la apreciación, era un buen pianista y teórico musical.
Desde muy pequeño recibí grandes caudales de información, referencias y pautas, con las que me he peleado sin cesar, pero que al final he crecido en torno a ellas. Bach era una institución en casa, las audiciones eran algo obligatorio, así como grandes músicos de free Jazz que eran venerados en nuestro entorno, como Archie Shepp, Ornette Coleman… De hecho, yo pasé parte de los primeros años de mi vida en un bar que llevaba mi padre llamado Be-Bop, donde se celebraban maravillosas jam sessions donde a partir de cierta hora las vajillas empezaban a volar y estrellarse por doquier.
Pero mi padre nunca fue un nostálgico o una persona cerrada de miras a nivel musical, más bien lo contrario, él estaba completamente comprometido con la evolución del sonido hacia nuevas fronteras y de ahí su involucración e interés hacia la música electroacústica y las búsquedas del sonido abstracto. Stockhausen, Xenakis, Ligetti, Boulez, Cage… Debo agradecerle ese ímpetu y esa sed de búsqueda que me ha sabido transmitir. De hecho, los textos y composiciones de los anteriormente mencionados han sido los más influyentes para mí, textos donde se hablaba de sonido. Asimismo, por lo general me he entendido más con gente que trabaja el sonido: mi amigo Ignasi (Kip Clerk); mi padre, Elías…